YARESH – Tema 20: Administradores – Dr. José Félix

Tema 20: ADMINISTRADORES

Capítulo 02: TIEMPO DE CONQUISTA

Serie: YARESH

Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios (Romanos 14.11). De la mano del Seol los redimiré, los libraré de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh Seol; la compasión será escondida de mi vista (Oseas 13.14).

PRINCIPIOS 1- El PODER DE LA SANGRE vence al diablo. Cuando Jesús fue crucificado venció a la muerte, rompió las cadenas del pecado y triunfo sobre el infierno, por lo cual todos se arrodillan delante de él. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios (Romanos 14.11). En el Edén, Adán y Eva entregaron la administración del reino al enemigo y quedaron sujetos a servidumbre. Ahora nosotros nos convertimos en nuevos administradores por medio de Jesús, somos mayordomos de los bienes de Dios en este mundo.

2- El escritor de la carta a los Hebreos lo describe de esta manera: Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre (Hebreos 2.14-15). Sin sangre no puede haber remisión de pecados, es decir, sólo por medio de la sangre de Jesús se podría vencer a la muerte y con esto tener el camino abierto para ser administradores y mayordomos de los negocios de Dios en la tierra.

3- El diablo fue desarmado. ¡El diablo tiembla ante la sangre de Jesucristo! Delante de la sangre de Jesús ni una potestad demoníaca puede estar de pie. De la mano del Seol los redimiré, los libraré de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh Seol; la compasión será escondida de mi vista (Oseas 13.14). ¿Cómo Cristo podría vencer a la muerte? ¡Muriendo y resucitando! Ahora podemos hacernos cargo de todo lo que Dios nos pone en nuestras manos para administrarlo y ser buenos mayordomos.

4- La sangre de Jesús nos limpia la conciencia muerta. La muerte es mucho más que ver a una persona que no respira. El escenario es mucho más amplio, muerte en las finanzas, en la familia, en la salud, relaciones, todo esto nace primeramente de la muerte de nuestra conciencia, desde donde muere todo lo demás. La Escritura nos trae esperanza: ¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? (Hebreos 9.14).

APLICACIÓN Al momento en que la sangre toca nuestra conciencia, las obras se convierten en justas delante de Dios y todo lo que hacemos es para glorificar a nuestro Padre. Recordemos que el diablo es el que controla la muerte, por eso Pablo dijo que el postrer enemigo que será destruido es la muerte (1Corintios 15.26). En el momento en que la conciencia es liberada por la sangre, el diablo ya no puede actuar en nuestra mente para producir obras muertas. En ese momento nos convertimos en personas altamente poderosas para administrar el reino que Dios pone en nuestras manos.

DECLARACIÓN DE FE La sangre de Cristo es el núcleo de nuestra vida. En 1Pedro 1.2 la Escritura dice que el Señor nos eligió, nos escogió para rociarnos con la sangre de Jesucristo para que él sea parte central de nuestra vida. La vida cristiana comienza con la sangre de Jesucristo, nuestro crecimiento y nuestra madurez están sujetas a esa preciosa sangre. Sabemos que los hijos de Dios no pecan porque Jesucristo, el Hijo de Dios, los cuida, y el diablo no puede hacerles daño (1Juan 5.18; TLA). Soy mayordomo de los bienes del Señor en esta tierra. Amén.

ORACIÓN Padre de gloria en este día dispongo mi corazón para creer que la sangre de Cristo es poderosa para guardarme del veneno del diablo. Hoy actúo bajo la convicción que el enemigo no me toca porque he sido rociado con la sangre de Jesucristo, voy seguro tras mi destino profético y alcanzar mi herencia que ha sido diseñada para mi bendición. Me convierto en un buen mayordomo para administrar tus bienes en esta tierra. Amén.

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