YARESH – Tema 15: El manto de justicia – Dr. José Félix

Tema 15: EL MANTO DE JUSTICIA

Capítulo 02: TIEMPO DE CONQUISTA

Serie: YARESH

Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado (Romanos 11.22). Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios (Hebreos 10.26-27).

PRINCIPIOS 1- El tema principal del libro de 2Samuel es la necesidad del pueblo de ser gobernado por la justicia y el temor a Dios. La base de estos dos conceptos se encuentran en la naturaleza de Dios: ¡Dios de justicia y de santidad! La justicia nunca sobrevive separada de temor a Dios, ni el temor a Dios existe sin la justicia. La vida y el gobierno de David ejemplificó la justicia y el temor a Dios, mientras éste se mantuvo dentro de la voluntad de Dios. Cuando David cayó en pecado, las bases de la justicia y el temor a Dios se resquebrajaron produciendo una crisis que afectó a la familia y a la nación. 2- ¿Porque José huyó de la mujer de Potifar? ¿Por qué Pablo le sugiere a su hijo Timoteo que huya de las pasiones juveniles? ¿Qué sucedió con Ananías y Safira? ¿Por qué Dios mató a los dos hijos de Judá? ¿Por qué los hijos de Elí se atrevieron a desafiar la santidad de Dios? ¿Por qué David fue tratado con compasión mientras que Saúl fue tratado con severidad? ¿Por qué nos atrevemos a desafiar la santidad de Dios haciendo lo malo voluntariamente? Al contestar estas preguntas nos estaremos acercando a caminar con un manto de justicia sobre nuestras vidas.

2- El temor de Dios debe ser el motivo en la vida de cada cristiano. Este respeto reverencial a Dios influye en nosotros para elegir el camino correcto y hacer su voluntad, en vez de elegir lo que nosotros egoístamente queremos. El temor de Dios se describe como el principio de la sabiduría y el conocimiento (Proverbios 1.7), porque este tipo de temor nos capacita para tener respeto por Dios e ignorar el pecado, además de vivir una vida obediente que agrade a nuestro amado Padre celestial.

3- Este temor reverencial nos ayuda a mantener nuestras vidas en la perspectiva correcta, con nuestra voluntad sujeta a la voluntad del Creador Todopoderoso. Tomar en cuenta a Dios en este sentido es el mejor fundamento que podamos construir para vivir una vida disciplinada, obediente, justa y santa, y negar cualquier cosa que pueda competir con ella. Por supuesto, el Señor promete bendecir a aquellos que le temen: Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien (Salmos 128.1–2).

4- El temor del Señor nos libra de los temores más normales que atacan a la humanidad y que nos mantienen atados o en esclavitud, como el temor a la muerte; el temor a los demás y a lo que nos puedan hacer, al enemigo, a las malas noticias, a lo desconocido, a esos sentimientos indefinidos de que algo no va a ir bien. Esto es porque nosotros sabemos que no importa lo que nos esté pasando o lo que pase alrededor nuestro, Dios está con nosotros y tiene el control. ¡El manto de justicia en nosotros nos trae una inmensa seguridad!

APLICACIÓN Vivir en el temor de Dios fue una práctica normal para los miembros de la iglesia primitiva. Dios actuó animando a su pueblo a reverenciarlo, como vemos en Ananías y Safira (Hechos 5.1–11), nos damos cuenta que Dios esta pendiente de nuestras acciones y bendecirá la obediencia y castigará la desobediencia.

DECLARACIÓN DE FE Sé que somos pecadores, me abstendré de pecar contra Dios y le honraré en cada momento de mi vida. Amén.

ORACIÓN Amado Dios, en este día te doy inmensas gracias por permitirme estar en tu hermosa presencia y darme la oportunidad de ser libre de la vida pecaminosa que ti no te agrada. Por favor borra mis rebeliones, que toda semilla de iniquidad que esta en mi espíritu sea arrancada y destruida, por favor trae sobre mí el manto de justicia y ayúdame a caminar en tu santidad. Amén.

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