DEL CIELO A LA TIERRA

DEL CIELO A LA TIERRA

¿SABES QUE EL PROFETA DEFINE LINEAS DE COMUNICACIÓN ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA?

Un verdadero profeta conoce el corazón de Dios y entiende lo que está por venir. La Biblia dice que Dios no hará nada sin que revele sus secretos a sus santos profetas (Amos 3.7). El profeta debe entender los tiempos de Dios donde se definen los diseños celestiales para una persona, una familia, una congregación. ¡La agenda de Dios en tiempo y espacio!

Daniel era un profeta que se preocupaba por su pueblo, deseaba saber lo que venía en camino, que seguía después. Recuerde que el pueblo había sido cautivo a causa de sus transgresiones, Dios había anunciado este cautiverio a través de los profetas y había definido el tiempo de inicio y el tiempo en que terminaría. Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al Rey de Babilonia setenta años (Jeremías 25.11).

Los verdaderos profetas conocen el corazón de Dios, pueden entender sus planes, leer los diseños celestiales y bajarlos a la tierra. Son el vínculo entre el cielo y la tierra para establecer los propósitos de Dios tanto en personas como en comunidades.

En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos, en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años (Daniel 9.1-2).

Daniel sabía que esto no sería para siempre, que este juicio terminaría algún día, así que investiga la palabra que Dios había dado al profeta Jeremías. Debemos entender que Dios tiene una agenda en todo lo que hace y la muestra a los profetas para que preparen el cumplimiento de los sueños de Dios.

Así como el profeta debe conocer la agenda de Dios, es un vínculo para asegurar que SUS planes se cumplan. El campo profético necesita profetas entendidos que disciernan lo que está sucediendo en los tiempos que vivimos para anunciar el corazón de Dios a su pueblo. El profeta Amós estaba labrando el campo cuando testifica: Y Jehová me tomó de detrás del ganado, y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel (Amos 7.15). Amós entendió que esta en la agenda de Dios para ir a Israel y servir como oráculo y hablar los planes divinos para el país.

Nuestro Dios es un Dios personal. Él desea una relación íntima con cada persona, más que una relación distante con la raza humana. Cuando Adán y Eva conformaban toda la humanidad, el Todopoderoso hablaba y caminaba con ellos. Sin embargo, desde que el pecado opacó los oídos para escuchar y los ojos para ver a Dios, Él no ha podido comunicarse directamente con cada individuo. La raza humana no desea comunión con Dios y no es lo suficientemente sensible como para oír Su voz.

Dios ha tenido que usar vasijas profética para dar a conocer su corazón a los seres humanos. Personas por medio de los cuales Él se pueda comunicar personalmente, y entonces por medio de ellos poder hablarle al resto de la humanidad. A través de las edades, Él ha levantado a personas especiales llamadas patriarcas y profetas para que fueran sus voceros para la humanidad.

En la plenitud del tiempo, Dios nos habló en la persona de Jesucristo (Hebreos 1.1-2), quien era el mismo Dios manifestado en carne (1Timoteo 3.16), la total y completa expresión del Dios mismo (Colosenses 2.9).

Jesús, el Hijo de Dios nos muestra el prototipo de una nueva raza. Esto es posible porque Jesús el Dios-Hombre fue el comienzo de una nueva raza de seres creados por Dios. Cristo Jesús fue el primogénito entre muchos hermanos, el prototipo de toda una nueva creación en Cristo quienes serían como Él, siendo conformados a Su misma imagen y semejanza, manifestando el poder del reino de Dios como si el mismo Jesús estuviera en la tierra.

Ese cuerpo humano de Jesús, conteniendo la plenitud de la deidad, fue crucificado, enterrado, resucitado, y con un cuerpo inmortal aun está siendo lleno de la plenitud de Dios, y es la cabeza de los miles de millones de hombres y mujeres redimidos que hacen parte de la Iglesia. Esta es la raza que el Padre engendra por medio de Jesús. Somos injertados a la raíz de David por medio del sacrificio de Cristo.

Mientras que Jesús es la cabeza de esta nueva raza, la Biblia es Dios mismo en forma escrita. Es decir, en este libro podemos ver al Dios que habita en nosotros, pero en el logos. Después de que Jesús ascendió en su cuerpo, el mundo no ha podido ver más la plenitud de Dios en carne, pero Jesús, nos envió al Espíritu Santo, y por medio del Espíritu se escribieron en la Biblia las reglas y normas por medio de las cuales Dios puede ser conocido y entendido.

Mientras que la Biblia es la profecía logos, el profeta es el portavoz de Dios para proporcionar el rhema. Hoy Dios desea caminar y hablar con nosotros. Mediante vasijas proféticas conocemos los detalles de su corazón para cada uno de sus hijos. Aunque Dios desea hablarnos de una manera individual y con detalle, la mayoría de los hijos de Dios no sabe como escucharle, así que Dios se vale de las personas que él mismo escoge y forma para derramar su corazón a los seres humanos.

Dios ha establecido al profeta como una voz especial. Él ha establecido el don de profecía como Su voz en medio de la congregación, y nos ha enviado el espíritu de profecía para dar testimonio de Jesús por todo el mundo.

La venida del Espíritu Santo, el establecimiento de la Iglesia, y la publicación de la Biblia no eliminó la necesidad de la voz profética del Señor. De hecho, intensificó está necesidad. Pedro insistió que el profeta Joel estaba hablando de la era de la iglesia cuando proclamó: Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas Profetizarán (Hechos 2.17). Pablo enfatizó esta verdad cuando le dijo a la iglesia de Corinto: Procurad Profetizar (1Corintios 14.39; Efesios 4.11).

Dios no ha cambiado sus prioridades, continúa con el deseo de expresarse y ser oído. Los hijos de Dios somos desafiados a escucharle y obedecerle: Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare (Deuteronomio 18.18).

Con amor… Equipo de #compañiaprofeticaNR

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