VOCACIÓN Y MISIÓN DE LOS PROFETAS
Entre los hebreos el nombre indica la naturaleza de lo designado o con su misión (si es una persona), de ahí la importancia de conocer los términos usados para designar al profeta. Al voltear a ver a otras civilizaciones encontramos “fenómenos proféticos” parecidos a la labor profética que Dios entregó a su pueblo.
Estos fenómenos están mas asociadas a la adivinación que a lo genuino del oficio profético instituido por Dios. Es por esto que se les advirtió que no tuvieran una relación con los encantadores ni adivinos: No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos. Yo Jehová vuestro Dios (Levíticos 19.31).
Cualquier camino de investigación conduce a la idea de que los profetas son instrumentos en manos de Dios, personas elegidas directamente por el Señor para transmitir su palabra. El estudio de la profecía ha de comenzar, por tanto por el análisis de la VOCACIÓN PROFÉTICA.
La misión de los grandes personajes bíblicos nace en el contexto de la vocación y misión de Israel como pueblo. Todos los que han ejercido alguna función en Israel (patriarcas, jueces, reyes, sacerdotes, profetas) son conscientes de que cumplen una misión específica de parte de Dios, puesto que pertenecen a un pueblo especialmente elegido.
Las tres instituciones (reyes, sacerdotes, profetas) tienen por finalidad cumplir un designio salvador de Dios dentro del pueblo, pero cada uno tiene un objetivo y características concretas. Sin embargo, ni los reyes ni los sacerdotes recibieron un llamado específico y personal: Los reyes porque alcanzaron el trono por herencia, especialmente en el reino del Sur, o por usurpación. Los sacerdotes, porque habían de pertenecer a la tribu de Leví, descendientes de Aarón.
Todos los profetas, se sintieron llamados por Dios, aunque sólo de cinco de ellos se ha escrito el relato de su vocación: Amos 7.15; Oseas 1.2; Isaías 6; Jeremías 1.4-10 y Ezequiel 2.3; 3.9. La vocación de su llamado es el manto mismo que Dios les otorgó para cumplir su destino profético en la tierra.
En todos los llamados podemos ver estos elementos comunes:
1- Un encuentro sobrenatural con Dios. Cada uno percibe la presencia divina de forma súbita, sobrenatural, sin previa preparación y de una manera extraordinaria. Por ejemplo: Moisés estuvo frente a la zarza ardiendo donde escuchó la voz de Dios (Éxodo .1); El profeta Amos estaba cuidando su ganado cuando escuchó la voz de Dios (Amos 7.15); En medio de una turbulencia política y decadencia moral de su pueblo tanto el profeta Oseas como Jeremías escucharon su llamado (Oseas 1.1; Jeremías 1.4).
2- Discurso introductorio. Dios tiene una conferencia personal con el profeta donde le invita a obedecer su llamado y le anima porque Dios mismo estará con él. Esta conversación privada e íntima produce en el profeta la decisión de obedecer el llamado. A Isaías Dios le pregunta: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? (Isaías 6: 8 ) Isaías siendo un joven sobrino del rey y con grandes posibilidades de desarrollo político con su tío, decidió ir tras su destino profético cumpliendo con el encargo de Dios de profetizar a su pueblo en tiempos turbulentos.
3- Entrega de la misión o comisión profética. Cuando el profeta tiene la CONVICCIÓN de su llamado, recibe su comisión profética o el trabajo que tiene que desarrollar para Dios. Las indicaciones son precisas con la promesa de que el Dios que le ha llamado estará constantemente con el profeta para cumplir adecuadamente con su labor. A Moisés le dijo: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte (Éxodo 3.12).
4- Objeciones. La mayoría de los profetas presentaron objeciones al llamado. Moisés dijo: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? (Éxodo 3.11); Jeremías dijo: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño (Jeremías 1.6).
Es frecuente que el ser humano se siente pequeño para cumplir una comisión tan grande, pero es aquí es donde Dios muestra su grandeza, por esto el apóstol Pablo dijo: Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia (1Corintios 1.26-30).
5- Confirmación. Mientras que Dios pone su sello en el llamado, el profeta tiene la convicción de su “empleo divino” para cumplir con el propósito según la voluntad de Dios. En este momento hay una alianza total entre Dios y su profeta, mientras que Dios le equipa con habilidades y herramientas, el profeta dispone su corazón para obedecer su llamado. Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis (Isaías 6.8-9).
Frecuentemente Dios permitirá que el profeta viva señales sobrenaturales confirmando el llamado. En el caso de Eliseo, inmediatamente después de su confirmación golpeó el río con el manto recibido y las aguas se detuvieron para que pasara en seco.
6- Desarrollo. Ahora es el momento de escribir la historia. El llamado ha sido hecho, la comisión ha sido entregada y confirmada, ahora es el momento de vivir la experiencia de ser una vasija en las manos de Dios. En este momento no hay vuelta para atrás, Jesús dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios (Lucas 9.62).
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